Te amé una vez,
pero me harté
de estar encadenada
a un hombre.
Me alejé una noche a escondidas,
para que no pudieras convencerme,
para que no intentaras retenerme.
Te amé mientras estuvo prohibido
nuestro amor, después no me interesó.
Volví a las calles
y me entregué al primero
que me ofreciera compañía.
No tengo remedio, lo sé.
Si me hubieras abandonado
yo estaría llorando
tu pérdida, pero tú me querías
para ti y yo no pude tolerarlo.
Tuve que marcharme y dejé
abierta la ventana
para que me vieras huir esa noche,
corriendo bajo la indiscreta
luz de las farolas, desnuda.
No traje ninguno de tus regalos,
no quiero que me recuerden a ti.
Irel Faustina Bermejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario