La práctica médica asiste con inusitada frecuencia al diagnóstico clínico de una
patología dolorosa de alta incidencia en vastos sectores de la población, cuyo origen es
motivo de controversias y teorías dispares por parte de especialistas en la materia, y
sobre la que se han proyectado dudas razonables en lo referente a su etiopatogenia y
legitimidad.
Se trata de una afección musculoesquelética crónica que afecta al aparato
locomotor y que se caracteriza por la presencia de dolores generalizados en
articulaciones, ligamentos, músculos y tendones ( especialmente en brazos, piernas y
cuello) y en la que se han localizado Puntos de Hipersensibilidad asociados con una
mayor percepción del dolor. Probablemente, la Fibromialgia es una forma de
reumatismo de los tejidos blandos.
Esta enfermedad no se diagnostica a través de estudios radiológicos, pruebas
analíticas o biopsias musculares que suelen ser normales; en cambio la presunción
diagnóstica de esta patología surge del examen clínico, cuando el paciente presenta
dolores generalizados durante por lo menos tres meses, acompañados por zonas del
cuerpo que resultan particularmente dolorosas cuando se ejerce presión sobre ellas. Se
trata de los Puntos de Hipersensibilidad anteriormente citados.
El 90%, aproximadamente, de las personas con Fibromialgia experimentan
fatiga moderada o severa, semejante a la que ocasiona otra afección relacionada
conocida como Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).
Según ciertas hipótesis, sostenidas por muchos especialistas reumatólogos,
ambas patologías estarían relacionadas o serían variaciones diferentes de una misma
enfermedad, pues pacientes fibromiálgicos presentan síntomas semejantes a los del SFC
y viceversa.
Frecuentemente la fatiga se asocia con irritación de garganta, dolor en las
cadenas ganglionares linfáticos, dolores de cabeza y alteraciones en el sueño además de
los dolores musculares y articulaciones ya citados. También se aprecia en los pacientes
con Fibromialgia combios de humor, pérdidas de memoria y confusión mental y en
aproximadamente 20% de los casos, cuadros de depresión clínica que pueden tener
relación con el dolor y la fatiga que experimentan constantemente.
Otros síntomas de intensidad y frecuencia variable son los trastornos digestivos
tales como el colon irritable y los espasmos e irritabilidad de la vejiga urinaria.
Actualmente se desconocen la/las causas responsables de esta patología.
Se han postulado numerosas teorías que involucran déficit de los llamados
Neurotransmisores, tales como la Serotonina y la Dopamina; trastornos hormonales o
neuroendocrinos que alteran los niveles de Cortisol y hormona del estrés; trastornos
inmunológicos que afectan a ciertos leucocitos o glóbulos blancos, tales como los
Linfocitos CD8 y Linfocitos T supresores, que participan en los mecanismos de defensa
del organismo y en la respuesta inmune; trastornos psicoemocionales y la acumulación
de toxinas en el organismo.
Resumiendo, se trata de una enfermedad polifacética y de difícil diagnóstico porque
muchos de sus síntomas pueden deberse a otras afecciones.
Los tratamientos convencionales de la Fibromialgia se basan en la utilización de
antiinflamatorios no esteroideos, analgésicos y antidepresivos, cuyos efectos
secundarios pueden resultar indeseables.
Desde una perspectiva basada en la utilización de suplementos dietético
nutricionales y fitoterápicos, resulta beneficiosa la utilización bajo asesoramiento
profesional, de aquellos que tiendan a relajar la tensión muscular, aliviar el dolor,
depurar el organismo de toxinas, regular la respuesta inmunológica y favorecer el sueño.
Resultan de utilidad los siguientes productos:
- Jugo de Aloe Vera.
- Jalea Real Fresca.
- Jugo de Aloe Vera con Jalea Real.
- Jarabe Inmunoaloe-5.
- Gel Frío Relax de Aloe Vera.
- Masaje Deportivo Calorífico.
Dr. Ricardo Gampel
Farmacólogo y Bioquímico
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